domingo, 25 de octubre de 2020

LA CASA SCHRÖDER




NEOPLASTICISMO Y ELEMENTARISMO
Pocas veces sucede que un edificio de pequeñas dimensiones acabe incluido en la lista del Patrimonio Mundial elaborada por la UNESCO. Se supone que para ello la obra ha de tener unos valores trascendentales; que sea un verdadero icono representativo de las formas constructivas de una determinada época. Todos esos requisitos los cumple con creces esta pequeña vivienda, hoy convertida (claro está) en museo: la Casa Schröder, levantada en 1924 por Gerrit Thomas Rietveld (1888-1964) en la ciudad holandesa de Utrech. Desde el año 2000 la citada organización de la ONU a incluido este edificio en su lista. No podía ser de otra manera.
Al visitante poco atento, esta pequeña casa con sólo tres fachadas (pues está adosada por uno de sus lados a otro edificio) podría pasarle desapercibida. Sin embargo, cualquier amante del arte y de la arquitectura reconoce en ella, a primera vista, los valores del movimiento moderno, conforme los interpretaba en Holanda el grupo De Stijl (El Estilo) en el que por aquellos años participaba Rietveld. Unos valores basados en el absoluto predominio de la línea recta, en la pureza de los volúmenes, en la simplicidad de las formas y en entender como superfluos los elementos decorativos, salvo el empleo de colores puros (sobre todo blanco y negro). En definitiva, un racionalismo absolutamente formal que busca la reducción de costes y la completa funcionalidad de la construcción. Los planteamientos artísticos del grupo fueron sintetizados en diversos manifiestos suscritos por Theo van Doesburg, Piet Mondrian y otros artistas. Alentaba en ellos la idea básica de que "el fin de la naturaleza es el hombre y el fin del hombre es el estilo", entendido éste como la aplicación de la razón de forma que el edificio integre las diversas artes.
De todo ello da cumplida cuenta esta pequeña casa cuya historia es, en sí misma interesante. Responde al deseo de una mujer, Truus Schröder, que al enviudar y viéndose con tres hijos solicitó a Rietveld la construcción de una nueva vivienda familiar más pequeña de la que disponía hasta el momento, aportando ella misma algunas de las ideas básicas del proyecto, sobre todo las relativas a la distribución interior de los espacios. Interpretando los deseos de su cliente, el arquitecto construyó un edificio en el que predominan el ladrillo revestido, el cristal y el acero y que ha quedado como la más insigne muestra del neoplasticismo arquitectónico.
La casa Schröder cuenta con dos plantas y podría describirse como un prisma de lados asimétricos, en el que se entrecruzan planos horizontales y verticales. En la planta baja se localiza una serie de dependencias comunes (cocina, comedor, aseo y estudio), mientras que la superior presenta un esquema de planta libre y se reserva para los dormitorios, separados no por tabiques, sino por paneles deslizantes. Rietveld diseñó también muchos de los muebles de esta vivienda que se proyecta al exterior mediante dos balcones y una amplia galería acristalada. De igual modo, el arquitecto, siguiendo las reglas neoplasticistas, se preocupó de la pintura interior y exterior, aplicando diversos colores en las distintas zonas y colocó esas vigas de acero en rojo, azul y amarillo, que dan una acusada personalidad a la casa y nos hacen recordar los cuadros estrictamente geométricos de Mondrian.

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